jueves, 6 de noviembre de 2008

Ganó Obama, y mi recuerdo de Juan Pablo II en momentos de crisis…

El triunfo de Barack Obama en los USA me hizo recordar una época de mi vida, allá en 1978, dos meses después de los asesinatos en el Cerro Maravilla, cuando Karol Józef Wojtyła fue electo como Papa de la Iglesia Católica.

El mundo se había conmovido por la muerte misteriosa de Juan Pablo I, Albino Luciani, al punto de que muchos especulaban que su muerte no había sido por causas naturales sino por una intriga relacionada con el Banco Ambrosiano. La Curia Romana o Vaticana, que se encargaba del aparato “gubernamental” de la Iglesia Católica, estaba demasiado envuelta en las decisiones papales y mucha de su influencia provenía de las raíces sociopolíticas y económicas de Italia.

Así, después de la muerte de Luciani, los cardenales de aquella época creyeron prudente apartar al papado de este centralismo italiano y escogieron al primer Papa polaco, que se hizo llamar Juan Pablo II.

En el 1542, Pablo III fundó la “Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición”, que luego se llamó “Congregación para la Doctrina de la Fe”, y que durante el papado de Juan Pablo II fue dirigida por Joseph Alois Ratzinger, quien se convirtiera en Benedicto XVI, después de la muerte de Wojtyła

Bajo Joseph Alois Ratzinger se diseñó una agenda pastoral para eliminar de la Iglesia los avances de una nueva teología llamada “Teología de la Liberación”, prohibiéndole la cátedra a Leonardo Boff.

Además, Ratzinger desautorizó a teólogos como a Hans Küng imponiéndole la misma prohibición de cátedra…

Pero, en ese papado de Juan Pablo II, mientras el mundo recibía con euforia al “Papa Viajero”, con aplausos y ovaciones, Ratzinger tejía su red de poder utilizando la Congregación para la Doctrina de la Fe para espantar cualquier ideología que retara el sistema jerárquico del Vaticano…

Aún así, aunque Wojtyła mostraba su mejor cara al mundo, en su visita a Nicaragua en el 1983, frente a una multitud, regañó al que fuese nominado en el 2005 para un premio Nobel de Literatura, Ernesto Cardenal.

Wojtyła nunca ocultó su conservadurismo, ya que provenía de una nación comunista que promulgaba el ateísmo y ante esa realidad política, se abrazó a la práctica católica tradicional. Los viajes a través del mundo lo proyectaron como un ídolo de masas que convocaba a multitudes en cada país que visitó…

Como el católico que era, aprendí a querer a Wojtyła, pero a medida que fui creciendo y entendiendo cómo se mueve el asunto religioso en las estructuras sociales, políticas y económicas, empecé a entender también la complejidad que se requiere para hacer un juicio justo y la simplicidad que uno tiene al pretender juzgar a un hombre sólo por su práctica religiosa.

Wojtyła chocó al mundo por ser un Papa polaco que rompía con la tradición de elecciones de Papas italianos… Pero, Wojtyła cumplió una función dentro de la estructura Católica: preservar la institución tal cual era en tiempos que era cuestionada la jerarquía a partir de un marco teológico que justificaba el cambio y la lucha sin tener que abandonar la fe…

Ahora, veo a Barack Obama, el primer presidente afroamericanio de USA, bajo aquellos lentes en que una vez observé a un hombre que admiré… Bajo unos lentes que he podido graduar mejor desde aquellos días de mi vida… hasta ahora… Ahora, veo a una nación que estaba al borde de un conflicto donde las clases sociales sin privilegios empezaban a sufrir por el ordenamiento social, político y económico injusto. Pero, con Obama NO vi a unos ideólogos que señalaran el camino a mejorar la justicia, sólo vi a alguien que se parecía a aquel polaco que rompió con una costumbre pero que preservó la misma estructura que justificaba el poder jerárquico que todavía funciona…

Sé que algunos pensarán que soy un fatalista, pero a mis cincuenta años, ya son demasiados los discursos vacíos que me han llegado a los oídos gritándome “CAMBIO” y brindándome lo mismo… LA NADA… No puedo concebir que mientras Martin Luther King hablaba por micrófonos y altoparlantes, Obama tenga que hablar a una multitud con una musiquita de fondo parecida a la que ponen los directores de música en las películas o en los “sound-tracks”... ¿Será que ahora NO bastan las palabras para conmover y se le añaden a los discursos una música que conmueva más que lo dicho...?