sábado, 11 de abril de 2009

Viernes Santo y Domingo de Resurrección: ¿La cruz y la resurrección son una resignación para el obrero…?

“El Cristo de San Juan De La Cruz” de Salvador Dalí

Pensé si era pertinente publicar una reflexión este pasado Viernes Santo que tuviese que ver con la religiosidad y el significado de ese día… Pero, decidí escuchar los medios de comunicación para detectar la “temperatura” de ese día.

Antes, me hubiera conformado con visitar una Iglesia, escuchar a un cura regañar a la gente por lo mala que era, reforzar ese regaño con algún Via Crucis, confesar mis pecados en un confesionario, y en la noche, salir a ver la “Luna Llena del Viernes Santo”. Esa, la última, era mi parte preferida…

Después de conocer la impunidad de los jerarcas al enjuiciar a curas pedófilos, como el que tuviera mi parroquia, la prédica de los buenos y los malos feligreses se me hizo aburrida si salían de los labios de un cura. Conocí la heroicidad y bondad de curas, monjes y monjas, y puedo asegurar que en algunos hasta pude ver la santidad. Pero, en aquellos tiempos, y ahora, el gobierno de la Iglesia me pareció demasiado atrasado para lo que requieren los tiempos actuales. Y ese discurso de dedo acusador, y acosador, hacia unos mientras se mantenía el silencio hacia las faltas de otros, me parecía, y me parece, un ejercicio de hipocresía…

No digo en nigún momento que soy un santo o un hombre virtuoso según las reglas del catolicismo o del cristianismo en general. Si algo se me ha pegado de las enseñanzas religiosas es la aceptación de mis límites y defectos. Pero, en algunos ámbitos eclesiales, algunos tienen el atrevimiento de utilizar esa aceptación de debilidad humana, para explotarla y conseguir “obreros” de la institución. Claro, la Iglesia, todas las iglesias, se nutren de seres humanos. Y esta población carga con sus virtudes y defectos.

Sin embargo, el ánimo de mantener una feligresía en manos de unos desalmados jerarcas que someten a los demás a su abundantes discursos echando culpas ajenas para tenerlos como prisioneros de su misión, suena a veces hasta morboso, y más en el contexto católico, donde un cura tiene el “privilegio” de escuchar las confesiones “en secretos”, porque supuestamente guardan un juramento de confidencialidad, y ¡ZAS…!, en las homilías o predicaciones se “jartan” de publicar los pecados de los demás, sin publicar sus nombres, que si uno conoce las caracteríasticas del “pecador” en cuestión, podría detectar además de quién trata el “bochinche”… A veces uno se pregunta si en algunas predicaciones uno debe gritarle al cura: “¡Tíralo al medio Comay… ¡Tíralo al medio…!”

Y no me refiero a que uno deba evitar la guía espiritual de personas santas, porque yo creo en los buenos consejos de mis buenos amigos, y de otras personas que a través de su vida me han mostrado su santidad. Me refiero a la abundancia de falsos profetas e hipócritas que fungen como “líderes espirituales”… En un momento de crisis como el que vivimos, donde este maldito neoliberalismo amenaza con degradar la dignidad del trabajo y del trabajador, donde se pretende depreciar ese trabajo en nombre de las ganancias de unos pocos, ¿qué respuestas tienen estos “líderes espirituales” cuando se les confronta con esta realidad?

Escuché ayer, Viernes Santo, cómo uno de esos líderes decía que no hablaría nada acerca de Fortuño, cuando se personalizó esa política neoliberal, y en vez de señalar el mal de esas políticas sin llegar a asuntos de señalar a alguien, simplemente evadió la pregunta y prefirió no hablar acerca del asunto. En esta Semana Santa también entrevistaron a otro “líder espiritual”, al que le hicieron la misma pregunta de despidos de empleados públicos y dijo que en Puerto Rico tendremos que volver a la actitud que tenían los puertorriqueños en el pasado de acoger en nuestros hogares a los desamparados… No estoy hablando de dos simples sacerdotes sino de dos altos jerarcas de la Iglesia Católica.

Otros, predicando en los medios de comunicación, decían que los desplazados, los que perdieran el empleo, no deberían “caer en la tentación” de la deseperación, como si la desesperación fuese un pecado mas no una actitud frente a la desigualdad social que implica la degradación del empleo. La predicación que escuchaba este Viernes Santo por parte de estos llamados religiosos, que se dirigía al momento crítico de desempleo en Puerto Rico, se conformaba con señalar que Cristo sufrió en la cruz y que debíamos aprender de ese sufrimiento.

Y aquí, con el perdón de los oídos conservadores, aquí es que ese discurso se llena de mierda, y de la peor mierda que mueve a las masas para manipularlas y hacerlas sumisas ante el agravio… Se “jartan” diciendo que Cristo NO creía en la violencia y que por eso se dejó clavar en la cruz, para que el pueblo NO reclame lo que le pertenece. En este sentido, el aforismo de Karl Marx tiene vigencia: “La religión es el opio del pueblo…”

Aclaro que al igual que Cristo, soy pacifista, que no creo en cambiar las estructuras o instituciones humanas a través de la muerte física de mi enemigo. Y digo “física”, porque para algunos, el desprenderse de parte de sus abundantes bienes, es como la muerte, mas NO es física… La muerte de Cristo la planificaron y consintieron unas personas que no estaban conformes con sus enseñanzas, porque atentarían contra el poder que ostentaban. A Jesús de Nazaret lo mataron para detener su reino, que él aseguraba que no era “de aquí”, pero que cobraba vigencia “desde aquí”…

Si Jesús de Nazaret se hubiera quedado en su taller de carpintero, trabajando para el sustento, pagando sus impuestos, manteniendo una familia y cumpliendo con el Estado y su religión al pie de la letra, como le decían sus “líderes” políticos y religiosos, jamás hubiera pasado por la muerte de cruz; sin olvidar que los judíos condenaban a muerte a través de la lapidación y los romanos, entre otras, a través de la cruz. Es decir, la muerte de CRUZ de Jesús de Nazaret fue una muerte POLÍTICA, inducida por la institución religiosa.

Y este aspecto POLÍTICO de la muerte de Jesús de Nazaret se borró de los púlpitos de las iglesias en Puerto Rico. Ayer veía de nuevo la película Ben Hur, y en el libreto no faltaban las referencias al Imperio Romano y su condena por la participación en el sufrimiento del pueblo judío. Eran los soldados romanos los que escoltaban a Jesús hacia el Calvario. Pero, ¿en dónde se habla de la condena eclesial de los imperios cuando en esta Semana Santa otros acusan a las políticas mundiales capitalistas por su autoría en la crisis global…?

Aquellos que dicen predicar a Jesús de Nazaret se concentran en una frase para justificar los desmanes del Estado: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios…” Otros se amparan en el principio de separación de Iglesia y Estado para subrayar el silencio de las Iglesias frente a las injusticias del Estado.

En el Capítulo 17 de San Mateo, Jesús habla de uno de los impuestos al Templo:

(24) Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: “¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?”. (25) “Sí, lo paga”, respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: “¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?”. (26) Y como Pedro respondió: “De los extraños”, Jesús le dijo: “Eso quiere decir que los hijos están exentos. (27) Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti”.


Algunos dirán que como él, Jesús, era el hijo de Dios, entonces no tenía por qué pagarle el impuesto al Templo. Pero el dinero que le llegó a Pedro, por la boca de un pez (acordémonos que la profesión de Pedro era la de pescador y que el dinero que recogió Pedro superaba el valor de ese pez), no era sólo para pagar el impuesto del hijo de Dios, sino también el impuesto de Pedro…

La condena al Estado y sus injusticias, no se queda en una frase bíblica que aluda al “cumplimiento” con el César y otro al “cumplimiento” con dineros a la Iglesia. En el Evangelio a San Lucas, Capítulo 18, aunque Jesús habla del corazón que se debe tener en la oración, utiliza un ejemplo del desprecio social que tenían los que hacían cumplir las leyes de tributo del César:

(9) Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: (10) “Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. (11) El fariseo, de pie, oraba en voz baja: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. (12) Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas”. (13) En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!”. (14) Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado”.


Aunque el tema de el cobro injusto de impuestos es secundario en este pasaje, lo cierto es que Jesús parte de una premisa que se tomaba como cierta en aquella sociedad: que la forma en que el Estado recogía los impuestos a través de sus cobradores era una injusta… ¿Y los comerciantes que hoy cobran el IVU…? ¿...y los legisladores que hacen leyes injustas donde a los ricos se les cobra poco, y a los pobres se les cobra mucho...?

Pero Jesús no se conformó con denunciarlos, sino que se reunió con ellos para que no siguieran cometiendo injusticias, como narra Lucas en su Capítulo 5:

(29) Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. (30) Los fariseos y sus escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: “¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?”. (31) Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. (32) Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan”.


Lucas va más lejos cuando narra la visita de Jesús a uno de los jefes de los recaudadores de impuestos llamado Zaqueo. En su Capítulo 19, Lucas dice:

(1) Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. (2) Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. (3) Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. (4) Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. (5) Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. (6) Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.

(7) Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: “Se ha ido a alojar en casa de un pecador”. (8) Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: “Señor, ahora mismo voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más”. (9) Y Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, (10) porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.


En este sentido, la prédica de Jesús NO se limitaba a una simple denuncia, sino a abordar al injusto para que cambiara su comportamiento.

El rostro del Manto de Turín, en un negativo


Así, el Jesús que aparece en los evangelios, se ganó la enemistad de personas que ostentaban el poder tanto religioso como político, porque en ese mundo justo que predicaba Jesús, los descartaría de ese espacio de poder. Y ESA enemistad fue la que lo llevó a que EL ESTADO lo condenara con una muerte de cruz.

Claro, no estamos hablando de un Jesús que creía en la revolución armada contra Roma como los zelotes, pero los evangelios son muy claros en el malestar que creaban las palabras y las acciones de Jesús en los grupos de poder religioso y político de su época.

En este sentido, es que digo que no he visto ni tan siquiera ese ánimo de denuncia en el discurso de estos “líderes religiosos” frente a la crisis a la que se enfrenta el pueblo, sólo el “consuelo” que brinda la cruz, en vez de asumir con su denuncia la verdadera cruz por el martirio al que se le someten a los profetas, a los que denuncian las injusticias.

No le veo el sentido a conmemorar un Viernes Santo que le pide a los obreros que acepten con resignación su destino. Ni a un Domingo de Resurrección que le garantice a esos mismos obreros que si se resignan, ellos tendrán una recompensa.

“La Crucificción” de Pablo Picasso


Esa no es la prédica del Jesús de Nazaret en los evangelios, del que predicó, denunció, murió y resucitó… El Jesús de Nazaret que yo conocí me consuela si yo lucho por lo justo y sufro por ello, y me reprende si soy yo el que cometo la injusticia…

La cruz de Jesús no tiene sentido si sólo carga con el sufrimiento, sino que adquiere su profundidad por ser la consecuencia de una vida justa que es despreciada por los injustos, y porque es premiada por el Justo en la Resurrección de los muertos. Predicar el sufrimiento por el mismo sufrimiento es degradar el mensaje evangélico, para amansar políticamente a las masas; es repartirle una droga al pueblo, como el baile, botella y baraja de otros tiempos…

Cristo Crucificado - Iglesia Sagrada Familia (de Gaudí) en Barcelona


El Cristo Crucificado y Resucitado que todavía me roba el corazón, es el de aquella Misa Campesina de “El Credo” que cantaba Elsa Baeza…



…y de “El Cristo de Palacagüina” que cantaba Amparo Ochoa…



Referencias bíblicas de Biblia Clerus.

3 comentarios:

Tres Pasitos dijo...

Sr. Elco Lao, ¿estaba esperando Ud. una denuncia clara y contundente de parte de los jerarcas de la iglesia católica ante los tiempos calamitosos que se avecinan? No se puede esperar ese tipo de declaración inequívoca de parte de ninguno de ellos, sea puertorriqueño o de otra nacionalidad. Fíjese bien que hasta Leonardo Boff ni siquiera se atreve a condenar la conducta de su iglesia luego del tapa boca que le dieron hace un tiempo. Sus escritos recientes ya casi se parecen a las perogrulladas de Cohelo. Yo creo, desde hace mucho tiempo, que hay que re-pensar la postura pacifista y seguir los ejemplos claros contenidos en los evangelios: Jesús en el templo actuando de manera violenta contra los herejes; la espada contra los soldados romanos perdiendo uno de ellos la oreja en Getsemaní. Para mí este es el imperativo ccristiano del tiempo actual.

Elco Lao dijo...

Tres Pasitos:

De la Iglesia Católica y sus desmanes podríamos llenar volúmenes, pero también de las historias de santidad… No creo que fuesen locos los que dieran su vida por los demás por el mensaje evangélico. Sobre Lleonardo Boff, es sólo un teólogo y esto no lo cualifica necesariamente para garantizar la santidad…

Recuerdo cuando mi madre y mi padre levantaban las manos para reprenderme con algún golpe o correazo, como sucedía enantes en muchos hogares, pero no creo que un fuete sea señal para llevar el ánimo de acabar con mi vida, así como a un caballo, el jinete le da fuete para que corra, mas no le pega un tiro, porque de ser así, ¿quién carga con el jinete…?

Si pones a un pueblo en situaciones extremas, es posible predecir que se levante, al igual que cualquier ser humano tiene el derecho a una vida digna y a luchar por ella. Yo temo hasta por cargar con armas y sería incapaz de quitarle la vida a otro ser humano, bastante violencia he visto a mi alrededor como para replicarla.

No espero que en las iglesias, incluyendo la Católica, se levanten jerarcas o ministros para defender el fruto del trabajo honesto, aunque se “jarten” la boca criticando cómo nuestros jóvenes se reclutan en el empleo del narcotráfico. Pero tampoco confío en los líderes que guíen a un pueblo con sus armas, como lo hacen ahora los “bichotes”…

La crisis de la Iglesia es la misma que la de los partidos políticos y de las uniones obreras, que en sus puestos de “liderato” abunda una sed por el poder, y sacian la carencia con el emborrachamiento que anula ver a las necesidades del pobre.

Elsie dijo...

La razón por la que el faraón de Egipto luchó contra Moisés para retener a sus esclavos judíos fue por que los judíos no tenían uniones y por consiguiente beneficios marginales. Si renunciamos a los derechos adquiridos tal vez no nos botan. Dejaremos de ser esos trabajadores para ser sus esclavos. ¿Te interesa pertenecer? Aparentemente hay dos diccionarios que definen pertenecer o cada quien la interpreta a su conveniencia.
La predica de aceptar con humildad los momentos buenos y malos que nos llegan, espero que excluya los momentos malos para mí, provocados por otro hombre que desea a consecuencia de esto, momentos buenos para él.