viernes, 25 de septiembre de 2009

Salmo 23: Para los justos…

Los lectores de este Blog, podrían pensar que el vocabulario o expresiones que utilizo me colocan una especie de “etiqueta” de malsano… No me gustan las etiquetas ni busco una que me describa. Pero, desde mi extraña “prédica” a través de mis reflexiones, surge un espíritu que me “arrastra” y lleva al lugar inevitable donde coinciden los justos, a pesar de los “defectos” en mis palabras y expresiones…

Muchos enfatizan en el “amor” como el mayor de los dones, pero olvidan que el ingrediente principal del amor es la JUSTICIA… Los “frutos” del amor se refieren a ESA JUSTICIA: si NO existe la JUSTICIA NO existe el AMOR… Un amor sin justicia, NO es amor…

En uno de mis pasados comentarios donde respondía a otro, escribí:

Ojalá que al final, todos sean solitarios luchadores con criterio propio y que coincidamos en todas las luchas sin que nadie nos tenga que convocar, que la NECESIDAD DE JUSTICIA sea la que anuncie aquella gran cena, como reza aquel salmo: “Me pondrás en una gran mesa, frente a mis enemigos”


Hacía referencia al Salmo 23, que reza:

Salmo de David.
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.



…Amén

1 comentario:

Anónimo dijo...

...Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos... Si tienes la suerte de encontrar un campamento beduino en mitad del desierto y lograbas entras en ella, tus enemigos se quedan afuera mirando como te lavan los pies, te sientas en cojines blandos y te sirven la comida. Y la madre del enemigo que se atreva a entrar a buscar lios ahí. Que chévere, verdad?