jueves, 7 de julio de 2011

¡Bienvenido Álvaro…!


Me llegó ayer un correo electrónico de quien fuera mi director espiritual hace años…

Decía que Padre Álvaro había sido nombrado como Obispo de Mayagüez, Padre Álvaro Corrada del Río.

Me crié con uno de sus sobrinos-primos y sé desde pequeño de la dedicación de Álvaro y sus hermanas a la vida religiosa COMPROMETIDA. Recuerdo a una de ellas, una de las monjas más hermosas que he visto, vendiendo el periódico Claridad en la Universidad de Puerto Rico, y la veía algunas veces en las misas de la capilla universitaria, El Centro Universitario Católico (CUC).

A Álvaro lo ví por primera vez en el CUC, presidiendo misas… callado, tímido, sólo pronunciaba las palabras necesarias, muy distinto a los jesuítas que conocí en aquella época, comunidad ignaciana que me llamó mucho la atención al punto que quise ser un sacerdote, perdón, quise ser JESUÍTA para aquella época universitaria… Pero, mis gustos y disgustos personales me llevaron por otros caminos.

Álvaro quedó en mi recuerdo como un sacerdote en la sombra, hasta que supe que lo nombraron obispo de la diócesis de Caguas… DE CAGUAS, que para mi entendimiento de la época, tenía el mejor seminario diocesano de Puerto Rico, las mejores monjas y un grupo de sacerdotes jóvenes luchadores y comprometidos.

Para mí, no fue sorpresa la solidaridad de aquella comunidad cagüeña en la lucha contra los abusos de la Marina en Vieques, ya que la Isla Nena era, y es, parte de esa diócesis. Al final, cuando la Marina se tuvo que marchar de Vieques, Álvaro pagó los platos rotos porque un sector de la comunidad, identificada con el pitiyanquismo, se ensañó en contra de Álvaro y logró que lo enviaran al exilio.

Lo expulsaron de la diócesis de Caguas y lo enviaron a Washington, aunque las noticias dicen que de Caguas fue a Texas. Parece que trataron de “enfriarlo” antes de asignarle alguna diócesis, si no es que decidían enviarlo a alguna oficina para brindar servicios en la burocracia eclesial.

Entonces, Álvaro fue asignado a una diócesis de Texas, estado en el que “casualmente” habían asignado a Monseñor Roberto González Nieves como obispo de otra diócesis, antes de nombrarlo obispo de San Juan, Puerto Rico.

Tenemos a Álvaro de nuevo con nosotros y me alegra esa noticia, quizás para pasar de seis a once años con nosotros en ese puesto, ya que los obispos se retiran entre sus 75 a 80 años.

Sé que a algunos les molesta este nombramiento, más a aquellos pitiyanquis que pedían su cabeza en los tiempos de la lucha de Vieques. Ya veo a las Melindas Romero escribiendo cartas a Roma en contra de Padre Álvaro, quien es hermano del ex-juez del tribunal supremito de Puerto Rico, Baltasar Corrada del Río, la oveja negra de la familia… aunque he sabido del amor que Álvaro le tiene a TODOS sus hermanos, aunque piensen distinto a él…

Quizás mis rezos no sean tan escuchados allá en el Cielo, pero, aunque mi señal espiritual “wifi” llegue con dificultad, en mis oraciones pediré por la fortaleza de Álvaro y porque se le brinde la sabiduría que tuvo Salomón.

¡Amén por ese nombramiento…!

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