martes, 16 de junio de 2009

La otredad del puertorriqueño: ¿Quiénes no son de aquí…? - Parte II



Debido a una controversia en dos Blogs hermanos, uno de aquí, en Puerto Rico, y otro de allá, en los USA, decidí comenzar una serie de reflexiones dirigidas al fenómeno de la emigración de los puertorriqueños a los USA.

Reflexiono desde una perspectiva muy limitada, tratando de ponerme en el lugar histórico de un evento catastrófico sin precedentes: el sangrado de la mitad de la población puertorriqueña desde el contexto de una colonia hacia las fauces de la bestia...

En la primera parte presenté ligeramente el aspecto cultural como parte del imaginario que se llevaron los de aquí hacia allá. Reconozco que el puertorriqueño, en esa gran emigración del pasado siglo XX hacia los USA, se llevó en su imaginario mucho más que sus canciones, específicamente una imagen en su subconciente de la lucha política colonial de la época. Pero, antes de tocar ese punto, tenemos que referirnos al evento histórico que yo llamo “catastrófico”: la emmigración de la mitad del país hacia la Metrópoli. Utilizo el término “catastrófico” para acentuar que frente a otras circunstancias similares, este caso no tiene precedentes a nivel mundial en cuanto al movimiento demográfico. Y la gran pregunta que trataremos de contestar luego de la referencia histórica que haremos en este espacio: ¿Cómo se define la “nación puertorriqueña” en estas circunstancias...?


Una cita histórica…


Antes de abundar acerca de esta controversia, citaré una parte del libro de José Manuel García Leduc, “Apuntes para una breve historia de Puerto Rico: Desde la prehistoria hasta 1898”, pp. 29-31, Isla Negra Editores. No pretendo decir que este es en su totalidad un libro “fiel” a la historia, a ver qué significa “fidelidad” en el caso de los libros de historia que para eso tenemos a una Ivonne Acosta para discutir acerca de este asunto…

La cita de García Leduc se reduce a un asunto que se ignora en gran parte de la población de Puerto Rico: a partir de la gran emigración de los puertorriqueños a los USA, la historia de Puerto Rico se ha sesgado y con ello la comprensión de la “otredad”. La génesis de esta emigración fue político-económica y sirvió como válvula de escape a un malestar generalizado en una época donde prevaleció la ebullición de una confrontación de fuerzas de liberación puertorriqueña en contra de la Metrópoli.

Esta gran emigración sirvió como una válvula de escape para enfriar la convulsión creada por gobernadores militares de los USA en Puerto Rico, y como parte de la fabricación de la mítica etiqueta de “éxito” que tiene esa nueva etapa colonial bajo el régimen conocido como el Estado Libre Asociado (ELA).

Esboza García Leduc:

La población de Puerto Rico era de 3 millones 522 mil (3,522,000) habitantes de acuerdo al censo realizado en 1990. Se estima que la población debió incrementar a 3 millones 700 mil (3,700,000) en 1995. El área urbana mayor es la de San Juan con cerca de 500 mil habitantes; mientras que Ponce, Mayagüez, Bayamón, Carolina y Caguas son las otras áreas urbanas principales con 100 mil o más habitantes respectivamente. La trayectoria histórica de la población de Puerto Rico a partir de la dominación española y después de la rápida decadencia de la población indígena, manifestó el siguiente patrón: reducción en el siglo XVI; estancamiento en el siglo XVII; lento crecimiento hasta las décadas finales del siglo XVIII; rápido crecimiento en las décadas finales del siglo XVIII; y de crecimiento desde el siglo XIX hasta el presnte. En 1899 la población de la Isla se aproximaba al millón de habitantes (953,243 habitantes); o sea, que la población se ha multiplicado más de tres (3) veces, por lo menos, durante el siglo XX.
Estas cifras no toman en consideración la emigración de miles de puertorriqueños al extranjero, sobre todo, a los Estados Unidos. El demógrafo Jorge Duany señala que: “Puerto Rico tiene el dudoso privilegio de poseer una de las tasas más altas de emigración en el mundo. En 1990, casi el 44 por ciento de la población de origen puertorriqueño vivía en los Estados Unidos: 2.7 millones de personas, comparadas con 3,5 millones en la Isla. Ningún otro país, con excepción de Irlanda en el siglo XIX, ha sostenido un flujo de emigrantes tan masivo y prolongado en la historia reciente.” (Duany, 1997, p. 7) En otras palabras, que bajo cualquiera consideración la emigración es uno de los fenómenos sociales más relevantes en la historia de Puerto Rico durante el siglo XX. La emigración se inició a principios del siglo pero fue más numerosa a partir de los 1940 y sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial (cerca de 1939-1945) debido a la decadencia de la industria azucarera- basada en los monopolios latifundistas, principalmente, de capital foráneo.
La mayor parte de esa emigración se dirigió, originalmente, al nordeste industrial de Estados Unidos a las provincias (estados) de New York, New Jersey, Pennsylavania, Connecticut, Massachussetts, Illinois y Ohio, principalmente; pero en años recientes se ha dirigido, cada vez más, a otras provincias (estados) como Florida, California y Texas. Una mención especial merece la emigración de puertorriqueños de las islas-municipios de Vieques y Culebras a las Isla Vírgenes- colonias de los Estados Unidos-, sobre todo, a la isla de Santa Cruz. Esta emigración se dio debido a la apropiación forzosa- expropiación- de la mayoría de las tierras de ambas islas-municipios por la Marina de Guerra de los Estados Unidos durante y después de la Segunda Guerra Mundial. El cuerpo castrense estadounidense ya se vio forzado a salir de Culebras y actualmente el pueblo puertorriqueño- unido, posiblemente, como nunca antes- reclama su salida inmediata de Vieques.
La emigración estacional fue otra manifestación importante de la emigración puertorriqueña debido a que constituyó un componente básico de las estrategias económicas desarrollistas implantadas en Puerto Rico con la hegemonía política de Luis Muñoz Marín y el Partido Popular Democrático (P.P.D.) a partir de los 1940. Esta fue, básicamente, una estrategia para conjurar artificialmente el crónico desempleo que entonces existía en la Isla. La emigración estacional consistía en en el “movimiento anual de grandes contingentes de trabajadores puertorriqueños a las fincas de Estados Unidos durantes las épocas de siembra y de cosecha de ciertos productos agrícolas.” El gobierno de Puerto Rico hasta organizó un Negociado de Empleo y Migración para encargarse de la emigración estacional anual de miles de trabajadores agrícolas puertorriqueños que durante ciertos meses del año iban a los Estados Unidos a trabajar y después regresaban a sus hogares a Puerto Rico. Si bien es cierto que miles de trabajadores puertorriqueños levantaron sus familias participando de la emigración estacional, no es menos cierto que fueron sometidos, frecuentemente, a condiciones inhumanas de trabajo y las inseguridades de empleo asociadas a ésta. (Nieves Falcón, 1987, pp. 9-17)
En 1960 se inició un reflujo migratorio con el regreso de algunos de los que habían emigrado en las décadas anteriores a la Isla. No obstante, los puertorriqueños (o sus descendientes) en los Estados Unidos eran más de 2 millones 500 mil (2,500,00) en el 1990. El hecho apunta a un fenómeno más complejo que es el movimiento bidireccional de puertorriqueños entre Puerto Rico y Estados Unidos. Jorge Duany señala al respecto que: “En la segunda mitad del siglo XX, este tráfico bidireccional ha adquirido dimensiones extraordinarias en la medida en que una alta proporción de personas se desplaza entre ambos territorios sin intenciones de residir permanentemente en ninguno de ellos. Sin exagerar el monto de este flujo pendular, es previsible un aumento en el número de puertorriqueños que se percibe y comporta como conmuters, es decir, como pasajeros de ida y vuelta en la famosa “guagua aérea” de Luis Rafael Sánchez. (Duany, 1997, p. 26)


La complejidad de la emigración del puertorriqueño a los USA se debe mirar desde el lente político de una COLONIA que padece por su condición y es desangrada para llevar parte de su alma a los guetos de USA.

En este sentido, los puertorriqueños de “acá” debemos ver a los de “allá” con una compasión y un mejor entendimiento. La “nación” puertorriqueña se tuvo que ver obligada a definirse en dos espacios…

La jueza Sonia Sotomayor, quien es el motivo para que esta discusión de la emigración aparezca en este Blog, es parte de ese complejo contexto histórico de la “otredad” del puertorriqueño. Somos “otro” aquí en la Isla, y somos “otro” allá, en las fauces de la bestia…

No hemos terminado… Esta reflexión todavía continuará…

Mientras el hacha va y viene, observen este reportaje de un avión que llevaría más rápido a los puertorriqueños a Nueva York: negocio redondo…