lunes, 2 de febrero de 2009
La Asociación de Psicólogos de Puerto Rico nos confirma lo que dijimos: Somos Quijotes, ¿y…?
En la reflexión pasada, que titulé: “¿Qué haremos los maestros que reconocemos nuestra locura?”, comenté acerca de una ridícula idea de un señor que dice representar a los puertorriqueños en la legislatura…
Aunque no abundaré mucho acerca de lo dicho, aquí les presento una ponencia de la Asociación de Psicólogos de Puerto Rico que trata el proyecto de la Cámara #84 de 2009, que pretende contratar a los maestros de acuerdo a sus resultados. Rolando Crespo Arroyo, que sugiere en su proyecto que miembros de la Asociación de Psicólogos de Puerto Rico compongan un panel para evaluar los rasgos de la personalidad de los maestros, recibe una bofetada de esta misma organización profesional…
La ponencia se explica por sí misma…
Ponencia sobre la medida P. de la C. 84 - Free Legal Forms
Me gustaría subrayar que TODO proceso de sanación mental, en cualquier persona e institución educativa, debe tener por obligación un enfoque SALUBRISTA de TODA la comunidad escolar, y no sólo del maestro. Si una persona que compone la comunidad escolar, sea maestro o maestra, estudiante, director, superintendente, o conserje, la que fuere, tiene un asunto de personalidad o enfermedad mental que sanar, esta condición NO significa necesariamente que NO esté capacitado o capacitada para cumplir con sus deberes; y si lo incapacita, NO necesariamente lo obliga a cargar PERMANENTEMENTE con esta condición, y un simple "acomodo razonable" podría resolver el asunto en cuestión.
Por otro lado, los asuntos de CRIMINALIDAD, como los de abuso a menores, no necesariamente tienen que ver con una enfermedad mental... A veces, la sociedad llega a victimizar al victimario imponiéndole un aliciente de "enfermo mental", cuando su comportamiento se podría inclinar más al asunto de hacerle daño al prójimo, el daño con todo el conocimiento y conciencia de atacar la dignidad del otro...
La locura no le impidió al Quijote a que fuese un héroe, ni a Sancho Panza para que aprendiera, del caballero de la triste figura, a transformarse en un mejor ser humano…
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